El impacto del coronavirus en les ‘chiques del pueblo’ de Buenos Aires

 

Este entrevista forma parte de una serie que investiga cómo la pandemia del covid-19 y las medidas para prevenir su propagación están afectando los derechos humanos de los menores de 18 años.

 
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Esta entrevista también está disponible en inglés.

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[26 de mayo de 2020] A pesar de las órdenes de confinamiento durante la pandemia de covid-19, muchas personas en todo el mundo no gozan del privilegio de poder trabajar desde sus casas o parar de trabajar temporalmente. En muchos países, incluida Argentina, donde más del 35 por ciento de hogares viven por debajo de la línea de pobreza, esto incluye a niños, niñas y adolescentes trabajadores (NNAT), autodenominados “chiques del pueblo”, que debido a las circunstancias económicas de sus familias, se ven obligados a trabajar en casa y/o en la economía informal ya que su trabajo no es reconocido legalmente por el gobierno. 

Para conocer mejor la situación en los barrios populares de Buenos Aires, CRIN habló con el sociólogo y educador Santiago Morales, integrante de La Miguelito Pepe, un colectivo de educadores populares que luchan por la dignidad y el protagonismo social y político de NNA de las clases populares. Desde ahí, acompañan a la Asamblea REVELDE, un movimiento local de chiques del pueblo, que desde 2015 forma parte de Molacnats, el Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores.  

¿Quiénes son los NNA con los que trabajas?    

En la ciudad de Buenos Aires, muchos NNA realizan las tareas domésticas necesarias para que lxs adultxs(1) de sus familias puedan trabajar fuera de casa a cambio de una remuneración. Cuidan a sus hermanitxs, los llevan y los traen de la escuela, hacen las compras, limpian y ordenan la casa. También trabajan junto a otrxs adultxs referentes en ferias populares o en comercios familiares. Aprenden oficios junto a otrxs adultxs de confianza, al mismo tiempo que aportan concretamente el trabajo. 

Donde muchas veces se los ve trabajar es en ferias de barrios populares, que están dentro del umbral que separa a los barrios excluidos del resto de la sociedad. Por fuera de esos barrios, no se ve el trabajo de los niños y las niñas. En nuestro país la política de prohibición del trabajo infantil viene siendo muy efectiva, en el sentido de que logra ocultar a lxs niñxs que están trabajando. Se han agudizado las formas de clandestinización de la explotación de lxs niñxs. 



Se ha destacado que poder estar en confinamiento y mantener el aislamiento social es un privilegio. ¿Qué opinas sobre esto y cuál es la realidad en los barrios populares? 

El problema de Argentina, y de toda América Latina, es la desigualdad. Uno de cada dos niños y niñas en nuestro país se encuentra por debajo de la línea de la pobreza. Con lo cual, las condiciones concretas en las que la cuarentena se lleva a cabo, son bien distintas a las que tienen lugar en Europa. 

Para ponerte un ejemplo, al frente de la casa de una joven referente de la Asamblea REVELDE, viven 35 personas en cinco ambientes y con dos baños. A dos cuadras de ahí, en el mismo barrio, hay un conjunto de viviendas que no tienen red cloacal ni agua corriente. Y te estoy hablando de un barrio que está a veinte minutos del microcentro de la ciudad de Buenos Aires. 

Entonces en estas circunstancias de hacinamiento y de falta de condiciones mínimas de higiene, cabe preguntarse cómo es posible practicar las principales medidas preventivas. ¿Cómo se le pide a alguien que se lave las manos si no tiene agua corriente? ¿Cómo se le pide a alguien que se quede en la casa si vive en cinco ambientes con 35 personas y dos baños? 



¿Qué riesgos enfrentan generalmente los NNA de barrios populares durante esta pandemia?

El primer problema de la niñez popular en contexto de pandemia es el acceso a la comida. Porque en su mayoría los niños y niñas de sectores populares - que son uno de cada dos - se alimentan gracias al trabajo de adultos que están en el mercado de la informalidad. Trabajan al día. No tienen un sueldo; tienen un ingreso que depende de que salgan a trabajar. Entonces, salgo y tengo un ingreso, y si no salgo, no tengo ingreso.  

El Gobierno Nacional ha estado llevando adelante políticas para paliar esta situación con bolsones de mercadería, con un ingreso excepcional en dinero. Pero por lo que se ve en los barrios, no alcanza. Y si no fuera por una sólida red de organizaciones, ONG, movimientos populares, referentes comunitarios, que autogestionan formas de acercar alimento y mercadería, la situación sería exponencialmente más grave. 

También es preocupante la situación de niños y niñas que sufren violencia dentro de sus casas, que ahora no cuentan con la contención y escucha de las instituciones educativas y comunitarias, al estar paralizado todo. Pero lxs niñxs sufren violencia intrafamiliar más allá de la clase social a la que pertenezcan. Esa violencia tiene que ver centralmente con el carácter patriarcal y adultocéntrico de nuestra sociedad, no con la pobreza. 



En América Latina ¿qué se entiende por ‘trabajo infantil’?

La noción hegemónica del trabajo infantil nos indica que es una forma flagrante de explotación humana. Y cualquier tipo de actividad económica que desarrolle un niño o una niña es categorizada como trabajo infantil. Nosotros, con los pies en el territorio, en la realidad latinoamericana, advertimos claramente que hay diferentes tipos de trabajo, y que no es todo lo mismo. 

Al margen de las situaciones de violencia, maltrato y explotación, existe un parámetro eurocéntrico de infancia que nos indica que ser niño es igual a juego, escuela, dependencia, y por tanto ausencia de responsabilidades y de trabajo. En Latinoamérica estamos tan atravesados por el patrón moderno colonial, que leemos la realidad en función de categorías europeas y norteamericanas, que son construidas en realidades completamente distintas, y que erigen la particularidad en universalidad. Esa idea idílica de niño no se corresponde con las infancias latinoamericanas. 

En particular en Buenos Aires, el trabajo infantil, en el sentido común, es igual a explotación. Son sinónimos. Pero es por las políticas erradicacionistas y las campañas impulsadas por la Organización Internacional del Trabajo - han calado muy profundo. En cambio los movimientos sociales de NNAT plantean que sería necesario dejar de hablar de trabajo infantil para hablar de infancia trabajadora. Es fundamental descolonizar el lente con el que vemos a las infancias latinoamericanas. 



¿Qué medidas podrían mejorar la precariedad que experimentan los NNAT en general y especialmente durante esta pandemia? 

De acuerdo a las transformaciones que van a tener lugar en la economía global producto de esta crisis, es deseable que vayamos hacia una renta básica universal para las personas adultas a cargo de las familias. También sería importante que hubiera un reconocimiento social del aporte que realizan los niños y las niñas al ir a la escuela, con un ingreso que puedan administrar ellxs mismxs.  

Más en concreto, en la actualidad, es urgente que el estado argentino garantice el alimento, y difunda masivamente, a través de campañas de comunicación, las líneas telefónicas a las que se pueden comunicar los chicos y las chicas (o adultxs aliadxs) en caso de sufrir violencia o necesitar hacer alguna consulta sobre sus derechos. Cada provincia tiene una línea específica de teléfono, pero nadie las conoce porque no se ha difundido suficientemente.   



Seguramente el primer argumento en contra de un ingreso para los niños y las niñas sería que malgastarían el dinero... 

¡Seguro! Ese es un típico argumento adultista. En este caso sería impedirle al NNA realizar una determinada acción - tener un ingreso - porque se considera que no está capacitado para la tarea, por la edad. Al margen de que sería válido preguntarse si el adulto, por ser adulto, está capacitado para cuidar su dinero, sería necesario acompañar cualquier tipo de política de este estilo con un proceso de aprendizaje. Si los niños y las niñas no saben manejar el dinero es porque no se les ha enseñado. Hay que diferenciar capacidad de hábito. De todas formas, contrariamente a ese argumento, muchos niños y niñas (trabajen o no) tienen gran capacidad para manejar dinero. Por supuesto, sería necesario establecer con claridad, en función de distintas edades y criterios interdisciplinarios, cómo sería la implementación. 



¿Piensas que el trabajo que realizan los NNAT debería ser reconocido oficialmente, legalizándolo o por lo menos bajando la edad mínima para trabajar?

Los movimientos sociales de NNATs latinoamericanos vienen planteando que se reconozca su trabajo. De hecho, hubo una modificación de la ley en Bolivia que regulaba el trabajo infantil, y esa política fue el resultado de una demanda que se construyó desde la organización de NNAT de Bolivia, la Unatsbo. Honestamente, no sé si el trabajo debería estar legalizado. Lo que sí creo es que la prohibición general no es el camino. Porque no sirve para cuidar a lxs niñxs, sino al gran capital. Como primer medida, creo que sería importante no solo dejar de invisibilizar ese trabajo, sino también dejar de estigmatizarlo y criminalizarlo. La realidad es que los hijos e hijas de las clases populares trabajan, les guste o no a los organismos internacionales. Y en el mundo que viene, cada vez trabajarán más.

El discurso de la erradicación del trabajo infantil plantea que ser niño o niña es una determinada cosa, y no abre a la posibilidad de múltiples niñeces que tienen lugar en Latinoamérica. Además es una medida adultista en el sentido de que no reconoce la capacidad de los niños y las niñas de ser sujetos sociales y actores en la superación de sus propias realidades - por supuesto producto de la desigualdad y de la pobreza, pero esa es nuestra realidad. Lo que realmente debería prohibirse es el hacinamiento, el hambre y la concentración de la riqueza.  



Has mencionado la palabra ‘adultismo’ varias veces. ¿Qué significa?

El adultismo está relacionado con el adultocentrismo. Básicamente por adultocentrismo lo que se intenta plantear es la necesidad de reconocer que existe un sistema de opresión que establece accesos y clausuras a bienes en función de la edad. Es decir, construye las diferencias propias de la edad en desigualdades en el ejercicio de los derechos. 

Entonces analizar a la sociedad como adultocéntrica implica pensar no solo que el adulto está en el centro sino que el criterio último de lo válido, lo bueno, lo verdadero, lo justo, es el criterio adulto. Con lo cual no solo se privan nuestras sociedades de la contribución que las nuevas generaciones puedan hacer en función de lo que viven, sienten y perciben, sino que además se excluye a los niños y a las niñas del ámbito de lo público; se los relega al ámbito de lo privado. Y el adultismo es la forma concreta de violencia propia de una sociedad adultocéntrica. 



Nos gusta compartir materiales interesantes con nuestros lectores. ¿Qué materiales puedes recomendar? 

Niñez en movimiento: del adultocentrismo a la emancipación. Es un libro para investigadores y educadores. Y la colección Antiprincesas de la editorial Chirimbote. Es un libro para niños. Lo que hace es recuperar mujeres de nuestra historia que, por el carácter patriarcal de nuestras sociedades, han sido invisibilizadas.  

   

[1]  Se opta por usar la equis en plurales para salir del binario de varón-mujer. 



Véase también: El coronavirus y las/os NNAT - el caso de Ugarteche, Argentina